Era de esa clase de jugadores que tan pronto se borraba de los partidos como los ganaba él solito. En Oviedo fue querido y admirado, pero también tuvo sus más y sus menos con la afición por la aparente desidia que mostraba en algunos partidos.
Cuando más asentado estaba en el club y en la ciudad, en el verano del año 2000, un 23 de junio, mientras disfrutaba de sus vacaciones en Tailandia tras haber conseguido la permanencia en Primera con el Real Oviedo, un estúpido accidente le costaba la vida al resbalar en una zona rocosa y caer por un acantilado desde 20 metros de altura. La gravedad de sus lesiones, unido al retraso en la asistencia médica,provocada en parte por lo complicado de su rescate, supusieron su muerte sobre la camilla de operaciones.
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